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Crónica de Diego del Amo para Top Trail del II Kevingston Maliciosa Vertical

Crónica de Diego del Amo para Top Trail tras su participación en el II Kevingston Maliciosa Vertical.

El pasado sábado el club verde de Madrid, el Todo Vertical, celebró su segundo kilómetro vertical a la Maliciosa mejorando lo poco a mejorar de uno de los mejores kilómetros verticales de la comunidad autónoma.

Las previsiones para el día no eran muy esperanzadoras, pero las nubes respetaron bastante sin descargar su furia sobre los casi 200 corredores que allí nos juntamos. Faltó tiempo para saludar a todos los conocidos que me iba encontrando pero aproveché a hacerlo mientras calentábamos en grupo por el inicio del recorrido.

Calentando y hasta que se dio la salida, la banda sonora de la carrera (para mi gusto muy buena) retumbaba en unos potentes altavoces, sólo interrumpida por las direcciones de la organización. A la de diez se dio la salida y los nervios detrás del arco se convirtieron en rabia y potencia que hacían subir las pulsaciones a un ritmo muy rápido. La velocidad inicial fue altísima en los primeros metros de carrera, ya que el recorrido transcurría por una pista ancha donde era muy recomendable encontrar tu lugar para evitar después formar tapón o por el contrario gastar mucha energía en adelantamientos complicados.

Todavía se podía correr en un sendero pedregoso que acortaba la pista inicial, evitando alguna zeta innecesaria. Volvimos a salir a la pista brevemente para contemplar el embalse de la Maliciosa y beber apresuradamente un vaso de agua antes de meternos en faena de verdad.

A partir de aquí quedaba la mitad de la carrera, lo más bonito y lo más duro. Aún se podía correr pero con dificultad por el sendero técnico que nos conducía cada vez de forma más empinada a la cima de la Maliciosa.

Se agradecieron mucho los gritos de ánimo de amigos, conocidos y por conocer, pues la cara sur de Maliciosa es una loma llena de piedras y tierra que te envía dos pasos para atrás cuando avanzas uno. Es un terreno muy erosionado que incrementa la dureza del recorrido independientemente de la inclinación.

Los últimos metros se hacen un poco más llevaderos al pisar sobre rocas más grandes que no se mueven a tu paso, haciendo así una escalera más segura y fiable para llegar al vértice de la cima.

Como es lógico, tras una breve pausa para tomar aliento, descendimos rápidamente para no quedarnos fríos e ir en busca del preciado avituallamiento que minutos antes dejamos atrás.

El descenso se realizó por el mismo itinerario que al subir; fue la oportunidad ideal para animar a aquellos que aún tenían unos metros que escalar, pero aquello no es precisamente un camino ancho y podía entorpecerse la subida de los corredores aún en competición. Habría estado bien un camino alternativo de bajada.

Tranquilamente nos avituallamos en el puesto del embalse con frutos secos, gominolas, isotónico, agua, chocolate, fruta… Todo eso y más nos esperaba también abajo del todo donde además pudimos hacernos con un Aquarius con su correspondiente bocata de tortilla de patata y de las buenas. No importa que en una carrera haya poco donde elegir si puedes comer a demanda, pero en este caso no se escatimó ni en comida ni en variedad. Un tremendo acierto, básico en mi opinión, para una buena carrera.

Hubo tiempo suficiente para darse una ducha en las zonas habilitadas para ello antes de la entrega de premios, la cual convirtió el pódium en una pasarela de estrellas: las primeras féminas fueron Paula Cabrerizo, repitiendo título del año pasado; Belén Alcalde cinco minutos después; y Celia Cuevas en tercer lugar.

En categoría masculina, la clasificación junior se coló en la general, dejando Antonio Alcalde el record de la prueba en 48:23 minutos, seguido del también junior Marcelo López, quien también habría batido el record del año pasado. El tercer puesto fue para Ángel de la Encarnación, primer veterano y habitual de los kilómetros verticales.

Como en su primera edición, el Kevingston Maliciosa Vertical otorgó a los ganadores absolutos un jamón además de otros pequeños obsequios a los más rápidos, cortesía de los patrocinadores. Todo corredor apuntado recibió también en su bolsa del corredor el típico brick de caldo Aneto, que tan bien sienta cuando hace frío y un headband personalizado con el nombre y el número de dorsal, un detallazo.

Después de quedarme el año pasado con las ganas y tras la barrera, viendo como corrían los demás, este año me ha sabido doblemente bien competir en esta carrera que sin duda, dentro de los kilómetros verticales madrileños, es la mejor tanto por organización como por emplazamiento y recorrido. No me extrañaría nada verla el año que viene como campeonato de Madrid de verticales.


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